Repetidoras

Escribe para desahogarse cuando se siente rodeado de idiotas codependientes que no ven más allá de sus narices. 
Desanudarse le lleva la vida entera, borrar los privilegios. No caer en la tentación generalizada de repetir lo que agrada y escapar constantemente de la trampa.
Él sabe de qué están hechos los favores. Los mendrugos solo tienen un único propósito: la retención, el sometimiento, la esclavitud, el quédate. Y es que a los tontos no les gusta estar solos. Y es que a los tontos no les gusta saber que hay otras probabilidades con las cuales jamás se atreverían. 

Gracias a una larga experiencia lo reconoce de inmediato. Acciones que luego de examinar y meditar durante mucho tiempo y con gran seriedad le muestran en una palabra todas las acciones: estupidez.
Su forma no es una magnificencia, es considerar que no puede hacerles mejor regalo que ponerlos en condición de poder explicar, en brevísimo tiempo, todo cuanto ha aprendido en muchos años y a costa de tantos sinsabores y peligros. De forma sencilla, sin palabras ampulosas.
Él suele ver con reserva al grupo, escucha sus palabras, detalla sus giros y comportamientos. Las escenas no varían. Basta con que algo salga del contexto preestablecido para que vayan a por ello.

Sin embargo, para él la gloria sigue fluyendo cuando cierra el día y el ordenador funciona. Describir tanta mediocridad es un vicio. Se desdobla, busca ángulos, detalla con exactitud lo que podría ser una comedia. Se divierte en el absurdo, se contagia, se libera. Recuerda con nostalgia cuando se lo pasaba bien.
Más de una vez se ha dicho que escribir es una fortuna. Un don conferido que le ha evitado cruentos actos de violencia.
Lo mejor de todo es seguir. Saber que se topará con una nueva cantidad de imbéciles que seguirán alimentando su sección de humor y que, paralelamente, descubrirá a pocas, pero grandes personas que marcarán la diferencia.

Y algún día acabará todo. Y tanta cercanía a la imbecilidad lo dejara como un imbécil. Mientras tanto las palabras siguen allí,  modulando como un puñal que va a establecer un nuevo y silencioso corte.


© Juan Carlos Vásquez

Fotografía de Marcos Paixão (en Unsplash). Public domain. 


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