Todas las mentes

El dilema era entre lo grave y lo frivolo. Al viajar no se había hecho preguntas ahora se las hacia y no entendía. Tres días y quince horas para forzar soluciones, para hacer esfuerzos quijotescos por cosas en las que después perdía interés. Mario tuvo la impresión que debía volver pero ya era tarde y se recostó en el respaldo de la butaca mirando por encima del hombro las altas copas de los árboles, el boscaje , hasta chocar con un rostro desafiante al cruzar la mirada. 
 Aquel hombre estaba parado a su frente, desafiante, pero Mario no demostró el menor temor. Su mirada era firme, serena, no retrocedió. Trataba de mantener la calma reflejando ausencia como quien esta fascinado por algo que lo aisla de la realidad entonces aquel provocador desistio. Las horas seguían pasando al igual que todas las ciudades: Sacramento, Reno (Nevada), Battler Mount. A veces sudaba, a veces tenia que cubrirse por el frío. Detener un labio y la visión en la que Sofía le perseguía. La locura de su madre estaba reflejada en el vidrio, el movimiento de la quijada eran tres reflejos en angulos oblicuos desesperantes y tortuosos.
 Aproximandose a Salt Lake City sollozo con indescriptible emoción, dijo a viva voz “Dios padre, he aquí tu elevado en inteligencia y amor sublime” Revivio el tiempo con sus milésimas, la distancia sus cálculos, el clima, las fachadas humanas. Entre Denver y Ohio cambiaron los pasajeros, una jovencita le dedico su desenfocada mirada, tenia los ojos humedecidos. Una ternura que parecia estar a punto de extinguirse.
 
 Un sentimiento de hermandad cobijo su alma, se obligo a concentrarse en una sola cosa: El Vodka que llevaba en el bolso, la relajacion, el mundo empezo a ser acorde. Dormir, despertaba sin saber cuanto tiempo transcurría y de pronto intuyo. Cuando abrió la cortina vio un letrero, lucho por desacalambrar las piernas. Ya estaba en Philadelphia, se mojo los labios. Absorbió de aquel pozo de agua mágica para re encontrarse con la paz espiritual el cual esta presente para los hermanos superiores. Nuevos gestos de compromos, afirmacioned por conveniencia. Se acercaba al destino, trato de arreglar la vestimenta sintiendo temor por su equipaje por las constantes transferencias. 
 En Pensilvania la tipografía cambio aun más, había frío y neblina. Mientras más se acercaba el ambiente retomaba aquel gris que tanto disfrutaba. Recobro su risa, estableció una nueva relación con su destino. Estaba exhausto pero contento. Las estructuras, el clima, se incluyo entre los sufridores de oficio. La historia de los más fuertes en el campo existencial. Ocupo un asiento adyacente al otro lado del bus, movió la cabeza, al girar se dio cuenta que estaba mas cerca de lo que pensaba y surgió un leve temblor típico de las limitaciones humanas ante lo desconocido. 
 Era el momento de embriagarse completamente, cuando abordo la terminal, pugno por hacerse un lugar. La nueva mirada le dejo ver la ciudad de New York en todo su esplendor. Una abirragada colección de monumentos arquitectónicos, de tiendas, bares, cafés y restaurantes se alimentaban por una cultura alternativa. Algunos recostados ejercian su dominio con un analisis psicologico de todo, otros se dejaban tocar para reanimarse. Allí se entero de las noticias antes de la prensa, seis detenidos por posesión de heroína, otros tantos en plena operación encubierta desmembrando una red de compra venta de artículos electrónicos. Cuando la policía quito la mirada del grupo de detenidos Mario cerró la vodka para Inhalar, rasguñándose la piel sintió paz y decidió tenderse, allí permaneció más de diez horas observando los rascas cielos, las patrulleras y los helicópteros sobrevolando la isla. 
 Entendio que fuese lo que fuese continuaba sonriendo, pero esa risa cobraba un sentido siniestro para destruir o para ridiculizar sus ilusiones. Aquel vertigo circular le produjo una terrible gana de vomitar. Se resistió a desmayarse y gano al no tener nada en el estomago. Otra vez en New York, recordando la historia en que Rima tomo las riendas rumbo al desfiladero. El itinerario incluía el Subway, entrar y salir, ir a todas partes, sentir una especie de contento extraño. Un Soul candensioso al rugir de las pipas, deambulando por cuantas callejuelas hasta la media noche. En esas circunstancia no podía evitar comprar cerveza, confesar a todos el placer que ello le producía y comenzó a recordar a un hombre tratando de levantar a otro, desmayándose sintió un soplido en su oído reimaginando una situación del pasado que lo humillo ante todos. Aquella vez cuando tiro el primer golpe otro hombre lo sujeto y lo tiro bruscamente contra el parabrisa luego lo pateo en la boca y sintió por primera vez en sus labios el desagradable sabor de la sangre. Eran instantes en que todo se volvía absurdo, todo en su mente eran frases vacías en una monumental incomodidad que desencadenaba en extraños movimientos en su cara. 
 A medida de los minutos iba bajando su emoción compulsiva a desinflado y débil, sin ninguna pretensión, ver de nuevo, caminar, no quería diagnosticarse. Le era difícil dejar de comportarse como se comportaba, tenia que admitirlo, siempre actuaba prematuramente. Todo lo Heria, el llanto de una anciana al otro lado de la acera, mirar directamente a los ojos de un recién nacido en un carrito de bebe, ver a un moribundo en la calle, en ocasiones se regocijaba de encontrar alguien en peores circunstancias, luego le dolía alegrase de tal cosa. El pasado se les fue mezclando con el presente, no había noche en que descansar todo eran trucos. Existía un estado de miseria en todas partes que era irremediable, era mejor estar seguro entre cuatro paredes que seguir. 
 Lo mejor que podía hacer en ese momento era ir por una cerveza para salir o entrar de nuevo en la trampa. Sintió que aquel momento lo había vivido antes, no supo si su realidad era soñar con su pasado o si en su pasado inconcientemente proyectaba el supuesto presente en el que estaba inmerso. Todo en conjunto era un espíritu dulce y maligno. Comprobó que aquel colapso que parecía definitivo no era mas que parte de sus penúltimos castigos, fue cuando abrió los ojos y parpadeo tres veces. Después de un ritmo mecanico pensó en la transición. Supo que todos los que como el se comportaban vivian en manicomios o estaban muertos pero antes tales circunstancias prefería el extremo, la fiesta, y así terminaba el debate. De un no paso a un si, de unas ganas de hablar a una algarabía interna. Imbuido demandaba ejercer una acción coordinada, esa era su eterna exigencia.

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De: Diario de New York, 2002-2018




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