Hight Class

Certificaron el turno de «Pinta» mediante el proceso de insensibilización, luego realizaron el desangrado de la carne, de esta manera avanzaban asegurándose de que el corazón de la vaca siguiera bombeando. Y el despiece; primeramente las pezuñas y la cabeza, después colgaron las extremidades posteriores para realizar un vaciado de su sistema digestivo.

Extracciones, cortes longitudinales, hasta convertir al animal en trozos de carne. Ahora a por el ganso. Al ganso lo sobrealimentaron, lo cebaron por sonda con alimentación forzada con maíz.

La intención: acumular la mayor grasa posible en el hígado hasta aumentarlo de tamaño sin importarles el sufrimiento. Y convertirlo en foie gras, para servirlo como entremés con vino blanco de Sauternes. El cerdo, los pollos, los peces y los conejos corrían la misma suerte en diferentes procesos.

A «Pinta» le evitaron ver los descuartizamientos de sus compañeras vacas por medio de unos compartimientos estancos, de esta manera, no estaba al tanto de lo que sucedía a su alrededor. El despiece es distinto dependiendo del animal, pero la finalidad era la misma: llevarlos hasta el plato; hasta los restaurantes más lujosos. Y cumplir con las exigencias de unos comensales acostumbrados a la calidad en el proceso

Sofía Inmaculada de Toledo y Felipe Iturriza ordenaron Rodaballo «Maître d Hôtel» y Rosbif. Luis Ignacio Márquez y Ángels Barceló, Magret de pato y granada, en salsa con un toque agridulce y medallones de solomillo de cerdo, peras caramelizadas y alioli de peras; pollo salteado «Alice» con patatas parisién. El mejor vino, el mejor postre, el mejor café, hasta que el proceso digestivo de Sofía Inmaculada de Toledo comenzó a arruinar el encuentro. El entrecot que había comido días atrás se estaba pudriendo en su estómago.

Las damas llevaban collares de perlas, relojes de oro. Habían optado por el look black & white. Un vestido por encima de la rodilla con detalles en encajes y transparencias que aportaban sensualidad y elegancia, brillantes, lentejuelas. Zapatos con tacones anchos, con plataforma, cuñas y sujeto al tobillo.

Luis Ignacio Márquez y Ángels Barceló, también empezaron a tener los síntomas de Sofía. Al parecer la cadena de frío durante las fases de producción, almacenamiento, transporte y venta se había roto y aparecieron bacterias y posibles virus.

Felipe Iturriza sintió una extraña y urgente necesidad de ir al baño; cólicos, dolor en el abdomen. Al lado de su taza estaba otra taza separada por una delgada y hermosa pared de mármol, donde yacía sentado su amigo. Mientras razonaba recordó el entrecot, el pulpo y los langostinos del pasado buscando responsables, enumerando cocineros y restaurantes que había visitado. Ángels Barceló y Sofía Inmaculada de Toledo vomitaron, sintieron mareos y vértigos, y un brote incomodo de almorranas, pero insistieron en seguir comiendo. Ellos aceptaron quedarse en la cena con la única condición de regresar periódicamente al aseo. Y fue tal el tránsito y el daño intestinal que observaron sangre al bajar la cadena.

Doña Sofía Inmaculada de Toledo se desmayó al deshidratarse, sin embargo, lograron arrastrarla hasta la mesa para rellenarle la boca con un pedazo de hígado graso que aún estaba sobre un plato. Se le hundieron los ojos y las mejillas, las deposiciones comenzaron a ser sueltas.

Ya no podían pasar desapercibidos; el vómito y la convulsión, se repetían ante todos cuando perdieron la capacidad de movimiento. Entre varias personas tuvieron que despegarlos de la mesa a la que se aferraban para subirlos a la ambulancia.

El Chef y los camareros, estaban consternados. Les encantaba que sus clientes pasarán un rato agradable juntos, que les gustase la comida y que se fueran a casa satisfechos.



*Publicado originalmente en la revista madrileña de cultura ALMIAR (Margen Cero)

© Juan Carlos Vásquez

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