Hay un sonido eterno en mi mente, el ordenador de a bordo con piloto automático solo oye al dueño de vez en cuando. Hay un sonido eterno en mi mente que a las cinco duerme con los ojos abiertos, y no sabe que festeja.
Que rompa el final en una fiesta a solas con un cuerpo. Que al cerebro le escale la sangre sin control, el llanto en lo oscuro, un himno silencioso, el momento en lo incierto.
© juan carlos vásquez
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