Después de muchos años llegas a donde querías llegar y solo falta que tu hipocresía se desarrolle lo suficiente para lograr lo pactado con tus adentros, pero es tal el nivel de estupidez que encuentras, que surge el debate… Ver a aquel hombre de gabardina debatir sobre la funcionalidad del poema en la carnicería antes de entrar a la editorial que, llena de espectadores aplauden mientras esconde el bocata, extraño. De todas formas mi seriedad deja mucho que desear y la risa me delató ante el señalamiento de todos. Desde muy temprano había llenado la petaca de whisky y todo me hacía gracia. De todas formas, quizá las carnicerías eran lugares poéticos y los bocatas un abrebocas en la antesala de la lírica. De lo que sí estaba seguro es que la literatura marca un sello en sus autores y en sus espacios y la falta de credibilidad pululaban por todas partes, pero qué más da (pensé). Si había que salirse de los contenidos y marujear con los vecinos del barrio, ¡ea! Hasta que llegaran los catedráticos y pusieran orden. Y finalmente llegaron. Todo se silenció por arte de magia y comenzó el discurso.
»Este libro que hoy presentamos es una dimensión inherente a la historia de los máximos logros literarios de este siglo. La cultura
europea continúa enriqueciéndose con las referencias transmitidas por sus antepasados: documentos históricos, religiosos, literarios (la Biblia). ¡La Biblia muy a pesar de los ateos! «Gritó», y todos nos vimos. Aquello estaba lleno de ateos, anarquistas y señoras del Mercadona que vivían maldiciendo constantemente a Dios. Y continuó:
»El libro de las maravillas de Ferre Ferre, leído hoy también se halla firmemente arraigado en la literatura española, única en el mundo. Y una vez que lo dijo me miró. Inmediatamente volteé como si la cosa no fuese conmigo, aunque era el único extranjero en sala y todos lo sabían.
Mientras el catedrático hablaba abrí el manuscrito de mis textos recientemente impreso. Estaba arrugado, húmedo por el whisky derramado. Y me di cuenta de que cuánto mucho mis historias tenían el argumento de Keith, de Sahin, Riina, Alexandre, y no, no eran personajes históricos. Eran borrachos, prostitutas, viajantes compulsivos que encontré por el camino. También había unos cuantos escritores, antropólogos y escultores que renegaba de sus profesiones. Cerré aquello y me levanté, abrí la puerta y salí. No podía sacarme de la cabeza aquellos lugares que alguna vez funcionaron como organizaciones culturales, The Hall, en la Florida, Spanic Attack, en el Bronx. Más que comparativas era nostalgia.
4.
Como debe ser regla en todo tipo de esfuerzo, el cuestionamiento por más repetitivo que sea constituye un requisito previo para impulsarse. Comencé a leer una serie de ensayos sobre contemplación, cansancio, silencio, tiempo y teorías de viaje. A este encierro lo acompañó el frío, la lluvia, la bruma y un indivisible horizonte al abrir la ventana… que mejor que estudiar tus propias agonías e intentar comprenderlas para sacar provecho. Para entender conviene callar cuando alguien te explica, pero para entender en la soledad y en el silencio mientras lees y reflexionas hay que rellenar los espacios de melancolía, y qué mejor forma que descubrir la estructura y el mecanismo de esos espacios, que entendiendo sus contenidos.
Hay que imponer silencio al trajín del propio pensamiento, eliminar toda clase de distracción. No hay nada como descubrirte en la angustia y dejar testimonio. Dar un gran salto requiere de un gran esfuerzo.
Fotografía de Antenna (en Unsplash). Public domain.
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