Contempla como muere, degenerándose ante la rareza del que nunca espera. Como la vida se come a la vida con insaciable apetito, sin pausa ni contemplación secciona, se apropia de un cuerpo y cercena en segmentos, franqueando el dolor de los que no tienen coartada. Esta allí, con sus ruidos, con su ventana de vidrios rotos, esperando que hagas todo con tus manos para desarmarlo.
El tiempo ha sido calculado. Te va a matar irremediablemente, cuando suspires al horizonte blanco, de forma violenta yruin, poco a poco para que agonices, dejando apuestas entre las cosas que no tienen sentido. No sabe cuánto dura en llegar, pero llega. Él cuelga allí, en el día que se acaba. Opta por dejar de importarle, no puede respirar, pierde movilidad de piernas y brazos, podría parar y continua, habla, evoca, se duerme profundamente.De: El Horizonte blanco (El Último viaje).@ juan Carlos vasquez
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