X, no es irreal, existe en alguna persona. No parece absurdo, es absurdo en su autodestrucción y no despierta simpatía. Sus acciones están repletas de detalles dispersos que parecerían apuntar a algo y solo son distracción y pérdida de tiempo, nunca se enfoca, se pierde en su propia «historia» y el redactor no es capaz de torcer los hechos por su evidente limitación de ingenio. Hay mucho que se podría recortar en el texto (a pesar de ser bastante corto) pero el resultado sería el mismo, nada.
X, no dispone de elementos fantásticos en su diario cotidiano y su imaginación es de una incoherencia imposible de coordinar hasta para el más experimentados de los especialistas.
X, no tiene historia, no es un cuento, no es un relato. Es algo sin pies ni cabeza.
Lonela, insiste en que X es autobiográfico, el creador de X insiste en que no hay nada de autobiográfico entre X y él. Lonela es ordenada y quiere orden, lee novelas rosa, ve series románticas que se desarrollan en los pintorescos pasajes de la península escandinava mientras establece correcciones y juicios.
Lonela y X están de acuerdo en enfrentarse sin llamar a la policía. En «limpiar la sangre, curar las heridas» y proseguir en la búsqueda del hilo conductor que habilite las incoherencias, los delirios y los dilemas y las resoluciones del protagonista.
Lo saben, la incoherencia, como recurso, es solo algo más que se puede, sin embargo debe ser administrado con cuidado y no saben cómo. Algunos dicen que el lector no siempre concede esa tercera o cuarta oportunidad, pero a X no le importa el lector, la repetitividad de su contemplación es tan atractiva que le arrastra y esta a gusto.
© Juan Carlos Vásquez
Interpretación II del texto perteneciente a CL.
Fotografía de felipepelaquim (en Unsplash). Public domain.
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