Directo al cuello

Le aburre la gente, está harta de estar harta, sabe que el tiempo no mejora una mierda, que solo lo empeora todo. Muchos creerían que por tener esa actitud es una mujer amargada, intratable, pero no es así, siempre ha guardado las formas, reintenta alegrarse con la más mínima cosa. Aunque pasa el tiempo y parece que nunca llegará, lo que busca, sigue buscándolo.
Lo intentará cuantas veces sea posible, irá donde tenga que ir, correrá todos los riesgos en su afán y si se desanima volverá a animarse porque es su máxima seguidora, es su fan. Se ha demostrado una y otra vez la fuerza inagotable para levantarse las veces que sean necesarias y halaga ese ímpetu, esa vehemencia. Pero reconoce excepciones, no siempre se cumple con lo establecido, es cuándo el autocontrol se pierde. Aquel día, rezó después de comprobar lo inimaginado, e intentó no hacerlo pero algo en su cabeza se quebró. Mató a su marido cuando perdió los estribos, con un cuchillo. Los ojos desorbitados, el rostro sonrojado. Años después tuvo que contárselo a muchos al salir de la cárcel. Quince años por asesinato y el cuestionario interminable de todos.

Una maniobra precisa, fuerte. Zanjó en su cuello y produjo una abertura considerable, lo hizo con saña, y lo dejó desangrarse en el patio entre el jugueteo de los perros, luego lo picó en pedazos para meterlo en una maleta, pero la maleta se rompió cuando salió a la calle y un vecino la miró, y ese vecino llamó a otros vecinos, y esos vecinos a la policía.

¿Que por qué lo hizo? Las razones le sobran.

Está dispuesta a volver a hacerlo si fuese necesario, pero la próxima vez tendrá más cuidado para no dejar pruebas. Si vuelve a caer en la provocación está preparada mentalmente para la frialdad.
Ella fue seducida por el curioso efecto de una voz, apenas dio importancia a su aspecto físico. Se suponía que las voces cálidas y melodiosas eran características de los hombres bondadosos, pero no lo era. Tiene en contra a gran parte de la comunidad donde vive, que considera un asesinato un delito irreversible, irreparable, pero se siente bien.
Era ella o él, y ella está viva, él por más intentos del forense pasó por la cámara crematoria desmembrado. En su letanía aún recuerda el esfuerzo de aquel hombre moribundo arrastrándose por el piso. Fue patético ver a una bestia pedir clemencia justo cuando sus fuerzas se habían acabado. Ahora todo será cuestión de tiempo. Al estar bajo custodia se abrió a nuevas sensaciones. No hay recuerdos que obstruyan, tiene suficientes herramientas para protegerse, armas prodigiosas y contundentes.

Ahora ella está experimentando una especie inversa de parafilia sádica por la que su nuevo compañero tendrá que pasar. Sera una regla inviolable. De su resistencia al dolor obtendrá el mérito que ella estime para establecer una relación. Ahora todo será cuestión de tiempo. Quiere que todo llegue a su cabeza con un ritmo propio, no más esas imágenes fragmentadas que la victimizan, deberán priorizar imperiosamente su necesidad, jugar a su juego.



Fotografía de  Fernando Aguilar (en Unsplash). Public domain.

© Juan Carlos Vásquez

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