Versus Jimmy (fragmento)


Fue al verlo plantado a lo largo del pasillo que recordamos el momento y la forma en que había llegado a nuestras vidas. Jimmy es un oso panda de peluche, pequeño, posee una tierna mirada de inmensos ojos, es muy redondo, de pelaje grueso. En las patas tiene una especie de pulgar y cinco dedos similares a los nuestros. Al llegar, si lo olvido, Sania, vuelve a recordármelo, «saluda a Jimmy» después insiste… ¡El abrazo!

   

    En la cocina hay una pequeña silla dónde suele sentarlo. Cuando prepara la comida le habla. Todo en la casa tiene su foto: las tazas del café,  las toallas del baño, las camisetas del niño. Hasta que un día, finalmente, tarde pero me di

cuenta, comprobe que nada de lo que emprendiamos tenía buenos resultados.

    Siempre había que regresar: el calor del día, el frío de la noche, las mantas de Jimmy. Así trascurrian los meses y preocupado comencé a plantearle lo que considere más justo, tirarlo.

    Me costó infinitamente establecer aquella conclusión pero la respuesta de Sania fue negativa y entre gritos, y sujeto mi mano para llevarme a la tienda dónde buscando lo encontro oculto bajo una cantidad inmensa de objetos de segunda mano, quería a toda costa reavivar aquel nexo que existió entre ambos.

    Cuando no vio resultado, no lo dudo, escribió en un papel una propuesta y la puso sobre la mesa con una vehemencia extraña.

   

 «¿Tú peluche necesita vacaciones? ¿crees que necesita compañía? no, tú peluche viaja solo porque va a independizarse. Durante todo este tiempo vas a poder ver los lugares que visite en compañía de otros peluches en las fotos que se irán publicando[1]».

    Unagi travel Japón

   

    Inmediatamente pensé, si nosotros  no habíamos tenido tiempo para viajar él tampoco lo tendría. La idea de Sania representaba solo un breve distanciamiento yo quería romper permanentemente con todo lo que nos relacionaba. 

    Mientras comíamos Sania hizo otro intento desmedido «al cantar» para distraerme del verdadero problema. Sania simulaba no pensar ya en el viaje pero se que lo pensaba, ya conocía sus gestos, sus inamadversiones. El tiempo pasaba, el sol salía y se ocultaba en mi deliberación. Recapacite de tanto recorrer con la mirada sus gestos y sentí tristeza. ¿Qué hacer?  A pesar de todo, con Jimmy habia sido una experiencia única. Después de aquel lapso me di cuenta de lo que había hecho por ella: ralentizó su funcion corporal y la actividad nerviosa. Tuvo un efecto analgésico, relajante y sedativo, la indujo al sueño y la somnolencia, disminuyo la sensación de miedo y la ansiedad que siempre padecia, ¿por qué ensañarme si tanto había aportado a su juicio? 

   

    No había nadie en el mundo que lo apreciará más que nosotros y él lo sabía. Aprenderia  a tener calma, apartaría la soberbia, los celos, él siempre estaría presente entre ambos y debía afrontarlo.


Empecé a entender, Jimmy era un cuerpo para atrapar espíritus, donde se pueden cobijar fuerzas, emociones, pensamientos, y, cómo no, entidades, demonios. Él podria, de seguro, localizar, perseguir y destruir a alguien malo. Sania nunca lo dudo.

 Acepte un significado que nadie se atrevía; la nobleza de sus sentidos empezaron a  conjugarse entre nosotros con una magia única cuando alisaba su pelo aterciopelado y veía sus inmensos ojos centrados en los nuestros. Dos niños violentos habían recobrado su fragilidad [nosotros]...


© juan carlos vásquez


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